Por el interés te quiero Andrés

Mención especial para el señor Andrés Valdazo, el inquebrantable guardián de la ortodoxa fe empresarial, que sorprendió a nuestro compañero de la sección de prensas Félix Fernández con el "imperdonable" delito de salir con el bocata en la mano unos segundos antes de que tocase la sirena. Andrés Valdazo le pidió explicaciones a nuestro compañero Félix, el cual le soltó un exabrupto sin importancia que hirió enormemente el corazón "sensible" de Andrés Valdazo. ¡Tamaña osadía, no podía quedar sin castigo! y el "bueno" de Andrés fue "rosigando, rosigando" sin parar por las trastiendas de los despachos hasta que logró finalmente que Félix Fernández expiara su culpa.

Con este tipo de actuaciones, lo que pretende el individuo que nos ocupa, es medrar a costa de un miembro del comité de empresa. De esta manera, se ganará el respeto de sus subordinados, paseara el “palmito” por la empresa presumiendo de haber sancionado a un miembro del comité y sus superiores jerárquicos lo verán como un referente cuando se trate de mantener la disciplina entre los trabajadores. Igualmente estará colocado en una mejor posición respecto a sus compañeros en el trampolín de salida hacia un futuro ascenso.

Las empresas gustan de tener en nómina a este tipo de gente, pues son los encargados de cuidar con energía que las “habichuelas” no se salgan del puchero.

A juicio de ciertos mandamases empresariales, este tipo de sujetos son necesarios para impartir disciplina férrea entre los trabajadores. A cambio la empresa les paga espléndidamente, tanto por su grado de implicación, como por su dedicación exclusiva en los asuntos de fábrica. Craso error. Porque según afirman algunos operarios a la hora de almorzar, este individuo en cuestión, no tiene bastante con lo que gana, ya que de otra forma, no se explican que vaya en el escaso tiempo libre que le deja la empresa, a montar aparatos de aire acondicionado “de estrangis”.
Tampoco queremos entrar a valorar, la razón por la cual, según afirman las malas lenguas, enchufó a un conocido suyo en la sección de repuestos, que no es otra que le suministrara “de baes”, los accesorios necesarios para que desarrollara su labor fuera de fábrica. Naturalmente, nosotros no creemos esas maledicencias, dichas por operarios envidiosos de su situación personal.

Cambiando de tema, no diremos nada nuevo si afirmamos que dicho encargado se caracteriza por sus malos modos a la hora de dirigirse a sus subordinados, así como un talante poco dialogante y dictatorial. Su actitud crea un estado de nerviosismo a los trabajadores que les impide realizar sus tareas correctamente, a la vez que coarta cualquier iniciativa que estos pudieran tener a la hora de realizar sus tareas.

Según se dice entre bastidores, este personaje que siempre va haciendo amigos como la RENFE, irrumpe en cualquier sección de la fábrica como un elefante en una cacharrería, tirando “bromera” por la boca, con la vena del cuello hinchada y los pelos del lomo erizados, y como si de un ogro se tratase, increpa verbalmente a cualquier operario, haciéndolo sentirse a la altura del betún.

Los trabajadores acaban tragándose la frustración de no responder a sus provocaciones porque tienen que llevar un sueldo a casa y no creen que una discusión con él en un tono demasiado alto, les pueda reportar a la larga algún beneficio.

Con sus actuaciones fuera de lugar, se ha granjeado la animadversión y la antipatía de la gran mayoría de los operarios de la fábrica, que contemplan como un castigo divino, los malos modos de los que hace gala este sujeto.

Siempre que su nombre acude a la boca de algún trabajador, es para comentar la “cagada” que fruto de su orgullo “intelectual”, ha cometido en alguna sección determinada, o para compadecer a algún desamparado operario que ha tenido la poca fortuna de discutir con él.

No hay fregado que no se precie de llamarse así, si no acude este sujeto a meter la napia y, “aportar” su particular punto de vista.

Con sus conductas que rozan lo legalmente permisible, es más que posible que un día, tropiece con alguien al que le importe un bledo su situación particular, y convierta el puesto de trabajo en una sucursal de “Puerto Hurraco”.

Hace algunos años, abortó con éxito el intento de “motín” que surgió en las esmaltadoras de gres, en el cual numerosos operarios, estudiaban la posibilidad de firmar un documento y hacerlo llegar a la dirección de la empresa expresando las quejas por sus malos modos. Esta frustrada rebelión, sólo sirvió para hacerle más fuerte, y que sus jefes más inmediatos, como sucede en estos casos, cerraran filas en torno a él. Hay rumores de que en días posteriores, fue a diferentes puestos de trabajo a dar “recaditos” en la oreja a ciertos trabajadores.

Como ya hemos dicho antes, este tipo de sujetos, son los que gustan a la dirección de las empresas: tipos duros sin ningún escrúpulo, que ahuyentan la anarquía, que jueguen con el pan de los hijos de los demás, y que guardan la viña empresarial como un lacayo a sueldo, salidos de algún cuento de terror para niños.

Se comentan en los mentideros oficiales, que sus colegas (de profesión encargados de Pamesa), lo toleran y lo soportan como una mala gripe que hay que pasar, pero en ningún caso lo aprecian.

Esta sección sindical, está esperando pacientemente el día en que dicho encargado cometa un desliz. Que un trabajador tenga los arrestos suficientes para denunciar sus desmanes dialécticos y actitudes cicateras ante la autoridad laboral pertinente.
Bendito sea el día en que haya una sentencia judicial favorable para el trabajador afectado. Pues no hay cosa en este momento que más desee fervientemente esta sección sindical que ir con el “chisme” a los diferentes medios de comunicación y “escampar” a los cuatro vientos que la empresa Pamesa propiedad de Fernando Roig, da “cobijo” a un individuo de semejante catadura moral.